El fútbol es un motivo para ir al bar, ¿pero para volver?
Para que el aficionado al fútbol regrese siempre al mismo bar a ver los partidos es necesario que el hostelero conozca sus gustos y preferencias.
Hay pocos clientes tan deseables para un hostelero como los aficionados al fútbol. Cada semana, más de cuatro millones de personas disfrutan los partidos en un bar, incluso cuando tienen la posibilidad de verlo en su propia casa. Por si esto no fuera suficiente, a algunos ni siquiera les gusta el fútbol. Sin embargo, no dejan escapar una oportunidad para poder compartir los encuentros en compañía de sus amigos. Para ellos, lo importante es socializar, pasar un buen rato y, por qué no, tomarse unas cañas y degustar algunas tapas.
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El atractivo del fútbol es tal que, en ocasiones, provoca que la elección del bar pase a un segundo plano. Según el “Estudio del cliente de bar. Comportamiento del consumidor cuando ve el fútbol en el canal HORECA” realizado por Relevance para LaLigaTV, un 72,6% de los aficionados no tienen un bar fijo en el que ver los partidos y solo un 27% va siempre al mismo. De hecho, el público forofo del fútbol, representado por un 10% de los consultados en dicho estudio, afirma que cuando de lo que se trata es de ir a ver un partido al bar, no les desagrada nada, ni del local, ni de sus propietarios, ni de las consumiciones. El fútbol en esos casos, lo justifica todo.
No obstante, aún queda un 90% de aficionados que sí que tienen preferencias y quejas. Clientes a los que hay que saber tratar no solo para que elijan un bar en lugar de otro, sino para que regresen la siguiente jornada que, habida cuenta del número de competiciones, puede ser perfectamente al día siguiente.
Por tanto, aquel hostelero que sepa fidelizar a esos más de dos millones de personas para que vuelvan a su local, conseguirá interesantes réditos pues, según el estudio citado más arriba, casi el 62% de los aficionados disfrutan de un alto poder adquisitivo y el tique medio que generan cuando ven el fútbol en un bar es de algo más de 13 euros.
Para lograr su objetivo, el hostelero debe poner a trabajar toda su atención, perspicacia e ingenio para conocer los hábitos de los aficionados, detectar aquellos aspectos que les han causado mejor impresión para potenciarlas y ser receptivo ante aquellas que les desagradan para erradicarlas. Por ejemplo, hay que crear un ambiente agradable, acogedor y amable, capaz de hacer sentir bien incluso al cliente cuyo equipo ha caído derrotado.
Ese buen trato debe hacerse extensivo a los clientes habituales, que no deben sentirse desplazados en su entorno cotidiano por aficionados al deporte que acuden al local de forma puntual. Para ellos siempre es bueno tener una tapa especial o alguna deferencia que les haga sentirse valorados por el hostelero.
El resto de sugerencias planteadas por los clientes a la hora de mejorar su experiencia son pan comido para cualquier profesional de la hostelería. Por ejemplo, que haya una buena variedad de cerveza y refrescos (consumidos por el 81% y el 36% respectivamente), que haya una buena oferta gatronómica lista para consumir durante el descanso y, por qué no, que las tapas sean originales y se inspiren en el propio deporte: desde “balones” de queso a banderillas... de córner.
Tampoco es mala idea que los días de partidos se permita reservar sitio a través del teléfono o las redes sociales y que exista la posibilidad de pedir un menú especial para grupos que, por ejemplo, incluya jarras de cerveza en lugar de las habituales cañas. Además de resultar atractivo de cara al cliente, esta iniciativa permitirá al hostelero conocer de antemano la clientela que va a acudir y calcular las necesidades de comida y bebida que debe preparar.
Asimismo, la relación entre precio, calidad y cantidad debe ser equilibrada. Si por cualquier circunstancia hubiera que romper esa armonía, el cliente prefiere que se rompa por el lado de la calidad y de la cantidad en lugar de por la del precio. Y siempre a su favor, evidentemente.
En lo que coinciden casi todos los clientes es en que, para que un local se convierta en el favorito para ver el fútbol, debe estar dotado de un buen equipo de sonido e imagen. Preguntados sobre este particular, los más jóvenes respondieron que para ellos era muy importante «una pantalla grande y de calidad»; los clientes esporádicos dijeron que les gustaba «un televisor enorme y nuevo» y hasta los clientes que van al bar a estar con los amigos porque no les interesa la competición afirmaron que querían «una televisión en condiciones».
En definitiva, la importancia de la televisión es tanta que no solo es determinante para que los clientes vuelvan al bar, sino para que, transcurrido el primer tiempo, no aprovechen el descanso para buscar una nueva ubicación donde disfrutar la segunda parte en una pantalla más grande, con HD y sonido de calidad.
Por último, también es clave para que un cliente regrese a un bar para ver los partidos tener contratado el canal de fútbol con la mayor oferta posible de competiciones, desde las internacionales a las locales. Para los aficionados al «deporte rey» y los bares, no hay partidos mayores o menores, todos tienen su atractivo.
«La importancia de la televisión es tanta que no solo es determinante para que los clientes vuelvan al bar, sino para que, transcurrido el primer tiempo, no aprovechen el descanso para buscar una nueva ubicación».
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