Entrevista al economista y experto en liderazgo Álex Rovira
Nos hace reflexionar sobre la necesidad de estar atentos ante la oportunidad.
Coautor del superventas ‘La buena suerte’, Álex Rovira es un economista, conferenciante y experto en liderazgo empresarial que nos hace reflexionar sobre la necesidad de estar atentos ante la oportunidad y, sobre todo, de estar preparados cuando se presente.
Álex Rovira, economista experto en liderazgo empresarial.
[1] ¿De verdad existe la suerte?
Claro que existe. Yo diría que culturalmente hay dos conceptos que existen pero que tienen una etiología, un origen muy distinto. Está la suerte entendida como ‘azar’; como aquello que no es controlable ni por la voluntad, ni por el trabajo, ni por la previsión humana. Es aquello que sucede y cuyo signo puede ser ambivalente, positivo o negativo. Ambivalente no solo en el golpe de suerte sino luego en el proceso.
Por ejemplo, culturalmente se acepta que si te toca la lotería es buena suerte fruto del azar. Ahora bien, ¿qué ocurre luego con eso? Ahí estaría el otro concepto de la suerte que tiene que ver con los valores, con el trabajo que tú haces para gestionar las situaciones que la vida te va presentando. Por eso en el libro ‘La buena suerte’ diferenciamos las dos, la suerte como azar y la buena suerte que es la que uno se trabaja.
[2] ¿Qué papel juega el azar en el éxito o fracaso de un negocio?
En los negocios a mí me gusta mucho la definición que decía Séneca: “La buena suerte coincide cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”.
En la vida estamos atravesados continuamente por el azar. Si estamos preparados, podemos identificar oportunidades que en caso de que nuestra percepción no fuera selectiva, y no permitiera identificarlas, pasarían por delante de nosotros y no les daríamos ningún sentido ni aprovechamiento.
Por tanto, en términos empresariales, la gestión de eso que llamamos ‘azar’ es crítica porque pasa de ser una variable incontrolable a ser una variable más o menos controlable. La única manera de reducir el azar es la preparación.
[3] ¿Cómo se puede sacar el máximo partido de un negocio cuando tenemos 'el viento a favor'?
Hay que trabajar la preparación en muchos niveles: la preparación en las aptitudes, en todo lo que podríamos llamar la inteligencia emocional y social. Hay que trabajar también la preparación en el conocimiento, en las competencias que se desarrollan por el estudio. Hace falta, sobre todo, una inteligencia experiencial que nos permita desarrollar hábitos para forjar patrones de comportamiento y crear métodos.
Además, hace falta una inteligencia creativa que solo surge cuando las anteriores son potentes. Esta nos permite hibridar, combinar, trasponer, yuxtaponer, crear, ampliar, disminuir o imaginar.
Hace falta una inteligencia heurística, de indagación y descubrimiento, que solo nace cuando nace la anterior, es decir, la idea feliz; el chispazo. Hace falta una inteligencia espiritual que se basa en la generosidad, en la comprensión. También es necesaria una inteligencia ética.
Cuando hay aptitud, conocimiento, habilidad, compromiso, generosidad y ética entonces tiene que haber la inteligencia colaborativa. La combinación de talento es la que crea la sinergia.
Por lo tanto, es lo que se tiene que poner al servicio de las personas de las que forman parte, de la generación de valor añadido y de las que están esperando que les ofrezcamos una solución, un producto o un servicio por el cual pagarán un precio.
De esta forma, la preparación es crítica, emerge con fuerza la necesidad de cultivar un talento que nos permita ser competitivos.
[4] ¿Cuál es el primer paso para salir de una situación complicada en el mundo de los negocios?
Dependerá de la situación complicada porque si es un problema de tesorería tendrá que ver con la competencia financiera. Si es un problema de orientación de mercado tendrá que ver una competencia de marketing. Por lo tanto, la formación tiene que ser multidisciplinar y sistémica porque de alguna manera cada rama no deja de ser una herramienta.
Por ejemplo, si el problema es clavar un clavo y usted utiliza un destornillador podrá clavar pero con mucho mayor esfuerzo, destrozando el instrumento y haciéndose llagas en las manos. Necesita un buen martillo.
Teniendo en cuenta este símil, cuantas más habilidades mayor capacidad de respuesta se tiene a los desafíos, dificultades o crisis que van surgiendo en el camino de la vida.
[5] Usted es un experto en liderazgo, un tema que está de actualidad en nuestros días. ¿Cómo cree que debe ser un líder en un negocio de hostelería?
Yo creo que el liderazgo fundamentalmente nace de la ejemplaridad. Liderar es servir. Por supuesto que un líder tiene que ser una persona muy bien preparada, muy competente, con mucho talento pero también sobre todo tiene que tener un gran talante. Vamos a un mundo en el cual los discursos sirven de muy poco y en el que al final lo que define los mensajes es la acción observable.
Por lo tanto, cualquier líder tiene que predicar con el ejemplo. Lo que necesitamos cada vez más es la integridad y la coherencia. Yo lo resumo en una frase: “No prediques, tu hijo te está mirando”. Los humanos aprendemos por observación. La mente es muy tramposa porque la comprensión racional de lo que estoy diciendo no garantiza en absoluto su puesta en práctica. En cambio el contagio por observación es lo que nos hace artesanos de nuestros oficios.
[6] ¿Esas cualidades se tienen o se pueden adquirir? ¿Cómo?
Claro. Los valores, las actitudes… son un metalenguaje. Van más allá del lenguaje y se aprenden por observación acompañados de una reflexión que le de coherencia a lo observado.
El problema es que muchas veces estamos tirando la toalla. Todo se puede aprender, absolutamente todo. Igual que aprendemos a caminar aprendemos a utilizar los cubiertos cuando somos niños. Aprendemos el uso del lenguaje que es una habilidad complejísima. La cuestión es que en la vida hay determinadas disciplinas que van emergiendo, se van sistematizando, se van estudiando y se van replicando los procesos de aprendizaje. Pero estamos hablando de unas disciplinas que se han puesto sobre la mesa hace apenas 20 o 30 años y que se empiezan a incorporar al sistema educativo.
Hay muchos adultos que han funcionado históricamente sin haber integrado estas disciplinas y por lo tanto tienen que hacer los deberes en la etapa adulta; normalmente tras tomar conciencia de su carencia después de una crisis.
[7] ¿Cómo se trasmite a un equipo profesional la inquietud por mejorar y aprender cosas nuevas?
Primero, haciendo una buena selección, que las personas que están en el equipo sean inquietas y tengan ganas de aprender. Si se pone en un equipo a una persona que disfruta boicoteando, que es perezosa, que es holgazana, que es cínica… va a dificultar mucho la tarea.
Segundo, el entusiasmo se contagia y la depresión también. Por tanto, hay que ser ejemplos activos de eso que queremos contagiar. Es algo que se viene estudiando desde hace muchos años. La NASA fue la primera que se dio cuenta de que de nada le servía el mejor comandante, el mejor ingeniero, la mejor doctora, el mejor físico en una misión espacial tripulada si no tenían una serie de características: la primera, carácter optimista; la segunda, confianza en uno mismo y tercera, espíritu emprendedor y voluntad de innovación.
Muchas veces se habla de la misión, la visión, el plan estratégico, el plan operativo… pero nos dejamos la pregunta previa “¿qué nos une y cómo vamos a hacer para conseguir eso?”
[8] Estamos en una época de cambios continuos, algo que suele aportar incertidumbre e inquietud para los negocios. ¿Cómo podemos mentalizarnos de que esos cambios son verdaderamente una oportunidad para crecer y no una amenaza?
Es más una cuestión de aceptación, de aceptar y constatar que la vida es lo que es y que vivimos en un entorno tremendamente dinámico complejo, cambiante, efervescente… El signo del futuro va a ser la ambivalencia.
Habrá enormes oportunidades y enormes desafíos pero esos desafíos también pueden ser oportunidades. Es una cuestión de desarrollar una mirada al mundo y también eso forma parte de un proceso de aprendizaje, de contagiar una mirada apreciativa, de crear una cultura de observación permanente del entorno, de perder el miedo.
Todo eso se va trabajando, generando una visión compartida, hablando de eso que nos inquieta y diseñando planes para ejecutarlo.
Yo creo que el liderazgo fundamentalmente nace de la ejemplaridad. Liderar es servir.
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